jueves, 30 de octubre de 2014

Magical Girl (Vermut, 2014)


Sinopsis- Luis es un profesor de Literatura en paro que tiene una hija de 12 años con leucemia, Su mayor ilusión es poder regalarle un disfraz de princesa anime antes de que finalmente la leucemia acabe con su vida. Bárbara es la mujer de un exitoso psiquiatra y vive entre desórdenes de personalidad y pastillas recetadas por su marido. Damián es un jubilado, ex profesor de Matemáticas que esconde un oscuro pasado en la cárcel. Estas tres personas se conectan, por casualidad o por azar. en un relato que mezcla violencia y comedia, incompresión e intriga. Magical Girl es un film en el que el público juega un rol fundamental en la reconstrucción de las piezas (o historias) incompletas.

Magical Girl es ganadora de la Concha de Oro a Mejor Película  en el Festival de Cine de San Sebastián 2014 y su director, Carlos Vermut, ganador de la Concha de Plata a Mejor Director. 









Tres capítulos, tres piezas y un puzzle incompleto
Magical Girl es un relato que une tres historias, tres piezas de un mismo puzzle que se unen y acaban definiendo el destino de los tres personajes.
La línea narrativa sigue una estructura clásica (introducción y presentación del problema, nudo y desarrollo del conflicto; y desenlace) en la que el director construye tres historias dentro de la historia principal, y en la que los giros de guión derivan al espectador a tener que reconstruir él mismo cada una de las historias "no narradas" en el film. La historia de Luis y su hija Alicia con la que abre el film (Capítulo 1- Mundo), es conmovedora y dulce, y lleva al espectador a identificarse con la desesperación de un padre a punto de perder a su hija. Pero el film pasa del drama familiar coqueteando con otros géneros: tragicomedia y humor negro ponen de relieve la ridiculez del ser humano, para finalmente concluir un thriller neonoir.

En el capítulo segundo, Demonio, es donde el film alcanza su culmen y en el que el espectador "conoce" a Bárbara, hilo conductor de la película. "Conoce" porque el personaje que interpreta con maestría Bárbara Lennie entraña una complejidad psicológica que zarandea al espectador cada vez que se pregunta ¿quién es Bárbara? Medicada e inestable, es la mujer de un prestigioso psiquiatra. Pero pronto descubrimos que hay mucho más detrás: Bárbara esconde un pasado oscuro y misterioso al que retorna, y que ha dejado profundas cicatrices tanto en su piel como en su mente. Nunca descubrimos quién es Bárbara en todo el film, ni qué la conduce a explorar terrenos salvajes. Pero Bárbara hipnotiza. Con sus cicatrices y su fuerte carácter. Bárbara es una femme fatale que maneja los hilos incluso desde la camilla de un hospital. Y es así como se introduce la tercera historia, en la que José Sacristán adopta el rol de Damián, un viejo profesor de Matemáticas de Bárbara y exconvicto, que promete proteger a Bárbara y por la que ha cumplido condena. El mundo que exploramos a través de las pinceladas del personaje de Damián también queda indefinido. Pero su rol será definitorio para llegar al final de la historia. Un final amargo en el que se pone de manifiesto lo absurdo, azaroso y dispar de la existencia humana.

El espectador: la pieza clave en el puzzle de Carlos Vermut
El director busca constantemente apelar a un espectador inteligente y colaborativo en la construcción de la película. Lo que el espectador no oye, por esos silencios obligados, y lo que no ve, obligado a permanecer detrás de puertas innombrables, llevan al espectador a revisitar de manera dramática y terrorífica sus instintos a través de la imaginación. Que el espectador complete el puzzle.
¿Qué placeres ocultos mueven el mundo de Bárbara y por qué entra en la puerta del lagarto? ¿Por qué estuvo Damián en la cárcel? ¿Por qué Luis, en su desesperación, pide a Bárbara que deposite el dinero en la Constitución Española en una biblioteca pública? ¿Qué relación existe y ha existido entre Bárbara y Damián? ¿Quién es Bárbara? son preguntas que asaltan al espectador a lo largo del film, preguntas que quedan finalmente sin respuesta.
El espectador experimenta una montaña rusa de emociones, desde la empatía hasta la excitación, aún privado del placer voyeurista, pasando por la incomprensión y la necesidad de respuestas. Porque lo que el espectador no ve y es obligado a imaginar es aún más terrorífico y devastador, y es en esa innovadora forma de construir el misterio en la que Carlos Vermut demuestra su dominio del arte cinematográfico.

Un reflejo de nuestra España
Pero toda esta tensión dramática no impide una sutil reflexión sobre la España en crisis: una España en la que el paro y la pobreza dialogan con la riqueza y ponen de manifiesto la brecha que cada vez más separa "dos Españas".
El film también explora la simbología y los mitos que construyen España: la copla, como compañera del personaje de Damián en la historia, y el toro. El toro como definición de un país que no sabe si es racional o emocional:


El toro también es la metáfora de Bárbara, pasional y emocional, e incapaz de hacer predominar su mente sobre sus actos.

Sin duda, un film sorprendente, en el que Carlos Vermut pone de manifiesto su dominio de formas narrativas, su destreza como director y su habilidad para cautivar evocando al público

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